El trastorno del espectro autista infantil (TEA) es una condición neurológica y del desarrollo. En la mayoría de los casos hace su aparición en edades muy tempranas, aunque en un pequeño porcentaje de los casos, sobre todo cuando no hay otros trastornos asociados, puede pasar desapercibido hasta que el niño alcanza la edad escolar y en ocasiones hasta la edad adulta.
Comprendiendo el trastorno del espectro autista infantil
Es una condición del neurodesarrollo que afecta la capacidad de comunicación y el desarrollo cognitivo y emocional de los niños.
¿Qué es el trastorno del espectro autista (TEA)?
El trastorno del espectro autista es un término amplio que engloba diferentes condiciones del neurodesarrollo caracterizadas por dificultades en la comunicación social. A lo largo de los años, condiciones como el autismo clásico y el síndrome de Asperger han sido incluidas dentro del espectro. Esta diversidad en el espectro refleja la variabilidad en la presentación de síntomas, que pueden ir desde leves hasta severos, afectando a cada niño de manera única.
El desarrollo del cerebro en niños con TEA es diferente, lo que lleva a desafíos en la interacción social y la adaptación a cambios en su entorno. Estas dificultades pueden manifestarse de manera diferente en cada niño, dependiendo de factores como su genética y el entorno en el que crecen. La falta de marcadores biológicos específicos hace que el diagnóstico se base principalmente en observaciones clínicas y criterios establecidos por manuales como el DSM-5.
Factores de riesgo y causas del autismo en niños
Las causas del trastorno del espectro autista son complejas y multifactoriales. Aunque no se ha identificado una causa única, se sabe que tanto los factores genéticos como los ambientales juegan un papel en su desarrollo. Estudios han demostrado que los antecedentes familiares de autismo pueden aumentar el riesgo de que un niño desarrolle TEA. Además, ciertas condiciones médicas y el sexo del niño, siendo los varones más propensos, también se consideran factores de riesgo.
A pesar de la preocupación pública, no hay evidencia científica que vincule las vacunas con el desarrollo del autismo. La investigación actual se centra en entender mejor los mecanismos neurobiológicos subyacentes y cómo interactúan con el entorno para influir en el desarrollo del TEA. Todo con la finalidad de mejorar las estrategias de detección.
Importancia de la detección temprana y el diagnóstico
La detección temprana del trastorno del espectro autista infantil es fundamental para mejorar la calidad de vida de los niños y niñas con TEA. Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo cerebral, y la intervención precoz puede marcar una diferencia significativa en el desarrollo de habilidades sociales y de comunicación. Los profesionales de la salud utilizan herramientas de evaluación como el M-CHAT para identificar posibles signos de autismo en niños pequeños. Un diagnóstico temprano permite a las familias acceder a recursos que pueden ayudar a los niños a alcanzar su máximo potencial. Aunque no existe una cura para el TEA, hacer intervenciones personalizadas pueden mejorar considerablemente la calidad de vida de los niños y sus familias.

Trastorno del espectro autista infantil. Fuente: pvproductions - Freepik
Signos del autismo en diferentes etapas de la infancia
Hay diferentes signos del trastorno del espectro autista infantil según la edad.
Los signos que desvelan el autismo antes del primer año de vida
A partir de los 6 meses de vida ya es posible identificar los primeros signos que indican la presencia de un Trastorno del Espectro Autista (TEA). A esta edad el niño se suele mostrar menos exigente y activo que sus coetáneos y por lo general no mantiene contacto ocular. Asimismo, suele rechazar el contacto con los adultos por lo que es un bebé muy difícil de consolar y tranquilizar, sobre todo cuando está irritado.
A menudo el pequeño de menos de un año no tiene respuesta anticipatoria; es decir, no se anticipa a los acontecimientos de su entorno, es como si no le importara nada. Además, no suele desarrollar la ansiedad de separación, una respuesta instintiva de miedo que la mayoría de los niños experimenta cuando perciben que sus padres les dejarán solos.
También es frecuente que presente cierto retraso en su capacidad comunicativa. Al cumplir el primer año de vida la mayoría de los niños con autismo no imitan los sonidos, expresiones o gestos y aunque lloran con frecuencia, su llanto es difícil de interpretar. A esta edad muchos bebés comienzan a presentar movimientos repetitivos con las manos llamados estereotipias.
El niño con autismo entre los 1 y 3 años de vida
Después del primer año los signos del autismo suelen ser más evidentes, por lo que muchos padres se dan cuenta de que algo no va bien. El niño se comunica muy poco con el resto de las personas y prácticamente no da señales de afecto. Asimismo, suele mostrar poco interés por relacionarse con otros niños y aunque a veces puede expresar cierta simpatía hacia sus padres, prefiere pasar solo la mayor parte del tiempo. Es en la revisión de los 18 meses que realiza el pediatra cuando se pueden detectar características propias del TEA mediante cuestionarios como el M-CHAT.
A diferencia de sus coetáneos, el niño con autismo tiene muy poca curiosidad por conocer su entorno y a menudo utiliza los juguetes de manera inadecuada porque no comprende el simbolismo del juego. De hecho, mientras que la mayoría de los pequeños comienzan a adentrarse en los juegos imaginativos y de roles, el niño con autismo prefiere los juegos manipulativos, sobre todo los que le permiten realizar movimientos repetitivos.
A esta edad su capacidad lingüística también se queda rezagada pues aunque puede repetir algunas frases, no tiene un lenguaje creativo y casi siempre utiliza combinaciones de palabras sin ningún significado. Además, no hace gestos o expresiones que le ayuden a comunicarse y no comprende el significado de los castigos.
El niño con autismo entre los 3 y 6 años
Entre los 3 y 6 años los signos del autismo infantil son tan evidentes que normalmente ya se puede hacer un diagnóstico en toda regla. En la edad preescolar el niño con autismo se muestra incapaz de utilizar la mirada, la postura y la expresión para comunicarse. No es recíproco con los gestos de afecto que le profesan los demás y, solo en raras ocasiones, interactúa con quienes le rodean pues casi siempre está encerrado en su propio mundo. Por lo general, suele ser muy poco competitivo y no se relaciona con sus coetáneos.
A los 6 años el niño con autismo no logra comprender los gestos de los demás y los conceptos abstractos por lo que casi nunca hace preguntas. De hecho, otro problema que se agudiza en esta etapa es el retraso en el lenguaje pues aunque puede decir algunas frases, casi siempre utiliza de manera incorrecta los pronombres y no comprende el significado de las palabras por lo que no puede mantener una conversación como cualquier otro niño de su edad.
Además, en este período también se suelen exacerbar algunos signos motrices: camina con cierta torpeza y mueve las manos de forma repetitiva, imitando un aleteo. También aparece un apego inusual a determinadas rutinas que no tienen un significado o una función importante y a menudo, se suele preocupar de forma persistente por objetos que no tienen ningún valor afectivo. De hecho, cualquier cambio en su rutina diaria es muy mal tolerado, por lo que a esta edad la frustración es muy frecuente.

Características y comportamiento de los niños con autismo
Aunque cada niño es un mundo, hay algunas características que suelen ser comunes en el TEA.
Juegos y conductas repetitivas en niños con TEA
Los juegos repetitivos son una característica común en el trastorno del espectro autista infantil. Estos niños suelen preferir actividades que implican movimientos repetitivos, como girar objetos o alinear juguetes. Esto refleja una necesidad de previsibilidad y control, que les ayuda a manejar la ansiedad que pueden sentir ante situaciones nuevas o inesperadas. Además de los juegos repetitivos, los niños con TEA pueden mostrar un interés por áreas específicas, dedicando mucho tiempo a actividades a sus intereses. Estos intereses también pueden ser utilizados como una herramienta para fomentar el aprendizaje y la interacción social.
Interacción social y comunicación limitadas
La interacción social es uno de los mayores desafíos para los niños con autismo. Estos niños a menudo tienen dificultades para comprender y utilizar las señales sociales, como el contacto ocular, las expresiones faciales y el lenguaje corporal. Esta limitación puede llevar a malentendidos y dificultades para establecer relaciones con sus pares y adultos. Sin darnos cuenta, los adultos usamos muchas veces lenguaje no literal (mediante expresiones, refranes, ironías...) y las personas con TEA no suelen entender estos mensajes.
La comunicación verbal también está afectada, con un desarrollo del lenguaje que puede ser significativamente más lento que el de otros niños. Aunque algunos niños con TEA pueden desarrollar habilidades lingüísticas, a menudo tienen dificultades para utilizar para comprender las sutilezas de la comunicación verbal. Esto les puede suponer problemas en la socialización.
El apego a rutinas y la intolerancia a cambios
El apego a rutinas es una característica de muchos niños con autismo. Estos niños pueden desarrollar rituales específicos y mostrar una fuerte resistencia a cualquier cambio en su rutina diaria. Esta necesidad de consistencia puede ser un mecanismo para manejar la ansiedad y el estrés que pueden sentir ante situaciones nuevas o impredecibles.
La intolerancia a los cambios puede manifestarse en un "mal comportamiento" cuando se enfrentan a situaciones inesperadas. Esta reacción puede ser difícil de gestionar. Las estrategias de manejo del comportamiento pueden ser útiles para ayudar a los niños a adaptarse a los cambios de manera positiva.
Abordajes y tratamientos para el trastorno del espectro autista
Cuanto antes se comienza a trabajar con los niños con TEA, mejor será su calidad de vida y su adaptación. Las intervenciones tempranas y personalizadas son fundamentales para maximizar el potencial de cada niño.
Intervenciones recomendadas para el autismo infantil
El tratamiento del trastorno del espectro autista se centra en mejorar las habilidades sociales, de comunicación y de comportamiento de los niños. Los programas de intervención suelen incluir terapia del lenguaje, terapia ocupacional y apoyo educativo, adaptados a las necesidades individuales del niño. El Análisis del Comportamiento Aplicado (ABA) es una de las intervenciones más utilizadas y se centra en reforzar comportamientos positivos y reducir los negativos a través de un enfoque estructurado y sistemático. Otros enfoques, como el método TEACCH, utilizan indicaciones visuales para ayudar a los niños a comprender y organizar su entorno. Cada caso es único y será tratado como tal.
El papel de los terapeutas y educadores
Los terapeutas y educadores son el pilar de apoyo de los niños con autismo y sus familias. Estos profesionales trabajan en colaboración con los padres para abordar las necesidades de cada niño. Los educadores en el entorno escolar también cumplen un papel importante, proporcionando un ambiente inclusivo y adaptado que fomente el aprendizaje y la interacción social. La colaboración entre todos y todas es la base del éxito de la inclusión.
Opciones de tratamiento, incluyendo ABA y TEACCH
El Análisis del Comportamiento Aplicado (ABA) y el programa TEACCH son dos de las opciones de asistencia más reconocidas para el trastorno del espectro autista. ABA se centra en el refuerzo de habilidades específicas a través de un enfoque estructurado, mientras que TEACCH utiliza indicaciones visuales para ayudar a los niños a comprender y organizar su entorno. Además de estos programas, otros tratamientos pueden incluir terapia ocupacional, fisioterapia y medicamentos para tratar síntomas emocionales y de comportamiento. Es importante que las familias trabajen con profesionales de la salud para determinar el mejor enfoque para su hijo.

Apoyo y recursos para familias con niños autistas
El apoyo a un niño con autismo comienza en casa, donde los padres pueden crear un entorno estructurado y predecible que ayude al niño a sentirse seguro y comprendido.
Cómo apoyar a un niño con autismo en casa y en la escuela
Establecer rutinas diarias, utilizar ayudas visuales y fomentar la comunicación en su nivel de comprensión son estrategias efectivas para apoyar el desarrollo del niño. La paciencia y la consistencia son clave para ayudar al niño a desarrollar nuevas habilidades y adaptarse a los cambios. En la escuela, es importante que los educadores proporcionen un entorno inclusivo que fomente el aprendizaje y la interacción social. La colaboración entre padres, maestros y terapeutas es esencial que el niño esté lo mejor atendido posible. Las adaptaciones en el aula, como el uso de ayudas visuales y el establecimiento de expectativas claras, pueden facilitar el aprendizaje y la participación del niño en actividades escolares.
Recursos y grupos de apoyo para padres
Para los padres de niños con autismo, el acceso a recursos y grupos de apoyo puede ser de mucha ayuda. Estos grupos ofrecen un espacio seguro para compartir experiencias, obtener información y recibir apoyo emocional de otras familias con una situación parecida. Además, proporcionan acceso a recursos educativos y terapéuticos que pueden ayudar a los padres a comprender mejor el autismo.