¿Qué es el síndrome de Asperger y cómo podemos detectarlo en los niños?

El síndrome de Asperger se engloba dentro del actualmente conocido como Trastorno del Espectro Autista (TEA), con unas características propias que vamos a comentar en este artículo
El perfil de un niño con síndrome de Asperger

De cada 1.000 niños, entre 3 y 7 son diagnosticados con el síndrome de Asperger. Se trata de un trastorno neurobiológico del desarrollo que afecta el área de la comunicación y se incluye dentro de las alteraciones del espectro autista. Fue descubierto en 1944, por el pediatra vienés Hans Asperger, y desde entonces se ha podido apreciar que es más frecuente en los niños, los cuales tienen entre 3 y 4 veces más probabilidades de desarrollar este trastorno que las niñas.

Por lo general, el síndrome de Asperger tiene un comienzo temprano en la infancia, a los 3 años ya se evidencian los primeros síntomas. Sin embargo, la Coalición para el Síndrome de Asperger de Estados Unidos estima que gran parte de los casos son diagnosticados entre los 5 y 9 años pues a esta edad los síntomas son muy evidentes.

Las causas del síndrome de Asperger

Factores neurobiológicos

Uno de los factores implicados en el desarrollo del Síndrome de Asperger son las alteraciones neurobiológicas del desarrollo. Así lo confirman los estudios de neuroimagen más recientes que han encontrado anomalías en varias regiones corticales y subcorticales. De hecho, más del 20% de los niños con Síndrome de Asperger muestran macrocefalia y otras alteraciones estructurales a nivel cerebral.

Asimismo, se han hallado diferencias sustanciales en las estructuras bioquímicas del cerebro de los niños con Síndrome de Asperger, en comparación con el cerebro de niños que no tienen esta condición. Por ejemplo, se ha apreciado una concentración mayor de creatinina, fosfocreatina y colina, moléculas que participan en importantes funciones nerviosas como el metabolismo energético, la densidad neuronal, el metabolismo de fosfatos y el intercambio de membranas. Estos cambios afectan el funcionamiento ejecutivo del cerebro, sobre todo en los aspectos relacionados con la comunicación, las habilidades sociales y el desarrollo emocional.

Herencia y genética

Hoy se conoce que los genes juegan un papel importante en los trastornos del espectro autista como el Síndrome de Asperger, mucho más que en cualquier otra alteración de índole neuropsiquiátrica. De hecho, el grado de heredabilidad es superior al 90% y las probabilidades de que el siguiente hermano esté afectado por el trastorno son 50 veces mayores respecto al resto de la población. Sin embargo, hasta el momento no se han podido identificar los genes específicos involucrados en el Síndrome de Asperger, aunque se conoce que se trata de un trastorno genéticamente complejo en el que probablemente intervienen diversas mutaciones génicas.

Componente medioambiental

Otra de las hipótesis acerca de la etiología del Síndrome de Asperger indica un componente medioambiental. Algunos científicos creen que el desarrollo cerebral se modifica debido a la acción de sustancias tóxicas. Uno de los sospechosos es el timerosal, una sustancia que se puede encontrar en los dentífricos, en algunos medicamentos y en productos de limpieza. 

Asimismo, existe evidencia de que la exposición a productos químicos como la talidomida y el ácido valpróico puede desempeñar un rol importante en la etiología del trastorno. De hecho, se ha encontrado que un 5% de los niños de embarazadas expuestas a la talidomida presentan síntomas autistas, una proporción que resulta casi 30 veces superior en comparación a los niños de las madres que no se expusieron a esta sustancia. Sin embargo, también existen muchos niños y madres que han estado expuestos a estos productos y no han desarrollado el síndrome, lo que lleva a los expertos a suponer que los factores medioambientales influyen en la aparición del Síndrome de Asperger pero no resultan determinantes sino que son tan solo un factor desencadenante.

Los medicamentos durante el embarazo podrían ser causa de algunos trastornos del neurodesarrollo

Los síntomas del síndrome de Asperger

Esfera de intereses y actividades muy reducida

Los niños con el síndrome de Asperger se concentran y obsesionan en un solo tema u objeto, ignorando prácticamente todo lo demás. Por lo general, sus temas de interés suelen ser extraños y fuera de lo común como por ejemplo: los horarios de los medios de transporte, los directorios telefónicos o coleccionar objetos de escaso o nulo valor.

También es común que estos niños se apeguen a las rutinas y son muy poco tolerantes ante los cambios y los imprevistos. Además, suelen desarrollar rituales o repiten compulsivamente movimientos inusuales, como dar vueltas sobre sí mismo o mover una mano. Estos movimientos les hacen sentir más seguros y confiados.

Problemas en la comunicación

Aunque los niños con síndrome de Asperger no suelen tener dificultades en el lenguaje y la expresión verbal, es frecuente que tengan problemas en la comunicación ya que no comprenden las normas que la rigen. Por ejemplo, no sostienen la mirada, prestan poco interés al discurso de otras personas o no comprenden las bromas y no captan los mensajes en sentido figurado.

En muchos casos, usan un lenguaje pedante y formal, recurriendo a un extenso e innecesario vocabulario. Sin embargo, les resulta difícil comprender las conversaciones demasiado largas o las preguntas complejas. Por eso, a veces cuando no comprenden simplemente cambian el tema de conversación de manera brusca, sin tener en cuenta el interés de su interlocutor.

Retraso en el desarrollo psicomotor y trastornos del comportamiento físico

Muchos niños con el síndrome de Asperger manifiestan signos evidentes de un retraso psicomotor por lo que a menudo son tildados de “raros”. Es usual que tarden más tiempo que el resto de los niños en aprender movimientos básicos como agarrar una pelota, ir en bicicleta o subirse a un mueble. Asimismo, suelen ser un poco torpes al caminar y al realizar algunas actividades cotidianas.

Por otra parte, tienen una escasa coordinación motriz que les dificulta realizar actos sencillos como abotonarse una camisa, vestirse o atarse los cordones de los zapatos. En algunos casos pueden manifestar manierismos motores estereotipados y repetitivos, como sacudir o girar los dedos o contorsionar el cuerpo. Ocasionalmente, también pueden hacer muecas o presentar espasmos y tics faciales que pueden acentuarse con el paso del tiempo.

Escasas habilidades sociales

A diferencia de otros trastornos del desarrollo como el autismo, los niños con síndrome de Asperger tienen cierta capacidad para relacionarse con los demás pero no les gusta hacerlo por lo que es usual que se retraigan y aíslen. Eso se debe a que no disfrutan particularmente del contacto social y a que tienen dificultades para reconocer las emociones de los demás y responder con empatía. También es usual que eviten el contacto con los niños de su edad y prefieran jugar solos.

Alteraciones en el control emocional

Otro de los síntomas más frecuentes del síndrome de Asperger en la infancia son las dificultades para regular las emociones. Los niños con este trastorno suelen manifestar más rabietas que el resto de sus coetáneos y lloran con facilidad. Además, no suelen ser muy empáticos, lo cual se debe a que les cuesta reconocer los sentimientos de quienes les rodean.

El tratamiento del síndrome de Asperger

No existe un único tratamiento para el síndrome de Asperger, lo que puede funcionar para un niño, puede no ser eficaz para otros. Sin embargo, existen diferentes terapias enfocadas a estimular las habilidades del niño. La terapia cognitiva, por ejemplo, ofrece buenos resultados para que el niño aprenda a manejar sus emociones, la conducta obsesiva y los movimientos repetitivos.

Asimismo, se suele emplear con excelentes resultados la fisioterapia y la terapia ocupacional, en aras de estimular las destrezas motoras y resolver los problemas sensoriales, y la logopedia y el entrenamiento en habilidades sociales para fomentar las interacciones y la comunicación con los demás.

Recomendamos en