Emigrar con niños a un país extranjero
Consejos para una buena adaptación del niño a otro país
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Cada vez son más las familias españolas que emigran a otro país con sus hijos. Solo entre los años 2008 y 2012 cerca de 225.000 españoles abandonaron la península en busca de nuevos horizontes. Los motivos son diversos: la mayoría busca mejores condiciones de vida, otros van a la caza de nuevas oportunidades profesionales mientras que una minoría emigra para cambiar su estilo de vida. De cualquier manera, emigrar siempre demanda un proceso de adaptación y en muchas ocasiones supone un fuerte impacto psicológico, sobre todo para los más pequeños.
De hecho, no es inusual que los niños que se mudan a otro país sufran trastornos de adaptación, se sientan tristes y ansiosos o se muestren rebeldes y desafiantes. A menudo tienen dificultades para socializar con el resto de los niños, se muestran reticentes a asistir al colegio y suelen volver a mostrar comportamientos infantiles que ya habían superado. En los casos más graves incluso pueden surgir manifestaciones psicosomáticas como las alteraciones de los hábitos de sueño, trastornos alimentarios, dolores de cabeza y problemas dermatológicos. Afortunadamente, en muchos casos estos problemas se pueden evitar logrando que el niño se adapte a su nuevo entorno.
Tres consejos para que tu hijo se adapte mejor a su nueva vida en un país extranjero
1. Hazlo partícipe de la decisión
Emigrar a un país extranjero no debe ser una decisión que se tome a la ligera. De hecho, debe ser un proceso planificado y la adaptación del niño debe comenzar en el mismo momento en que se toma la decisión. Ten en cuenta que, si para los adultos no resulta fácil adaptarse a una nueva cultura, para los niños es aún más difícil ya que no cuentan con las herramientas emocionales necesarias para lidiar con esos cambios.
Sin embargo, si el pequeño se siente partícipe de la decisión familiar seguramente estará más comprometido con el cambio. Obviamente, ese compromiso no le protegerá de la sensación de nostalgia y extrañeza que posiblemente lo embargará al llegar a su nuevo destino pero le permitirá asumir un papel más activo durante el periodo de adaptación.
2. Mantén una actitud positiva
Adaptarse a los cambios no es fácil, sobre todo cuando existen muchas interrogantes en torno a cómo será la vida en un país extranjero. Es normal que los padres tengan dudas, se sientan inseguros y alberguen temores y preocupaciones. Sin embargo, no es recomendable que te muestres inseguro frente a tu hijo o que le dejes entrever que se trata de un cambio que asumes a regañadientes.
Si mantienes una actitud positiva, abierta y tranquila podrás conseguir que el niño asuma la mudanza como una aventura, que se entusiasme con la idea y que se sienta más confiado. También puedes hablarle sobre las ventajas del cambio de residencia, la posibilidad de hacer excursiones, tener una casa más grande, conocer nuevos amigos… Si le expones el lado positivo de la emigración, es probable que la acepte con mayor facilidad. Después de todo, recuerda que las emociones son contagiosas.
3. Aclara sus dudas
Si has decidido mudarte a un país extranjero, busca la mayor cantidad de información posible, indaga en las costumbres locales, los horarios, la cultura, la vida social, las noticias de actualidad, las actividades de ocio… Comparte lo que descubras con tu hijo y aclara sus dudas, sin crear falsas expectativas que más tarde pueden resultar contraproducentes.
También puedes mostrarle imágenes o vídeos del sitio, para que se forme una idea más completa del país. De la misma manera, si se habla un idioma diferente, es conveniente que el niño tenga al menos unas nociones básicas antes de mudarse, para que el cambio no sea tan brusco.
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