Esto es lo que aprende tu hijo con los azotes
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¿Alguna vez has escuchado la frase: “lo que necesita este niño es un buen azote”? Desgraciadamente, a día de hoy sigue habiendo la creencia de que para educar se necesita la agresión física… sobre todo en los niños más rebeldes o “contestones”. Es cierto que es raro ver en la calle a padres que dan azotes a sus hijos porque se portan “mal” y si lo vieras, te alarmarías enseguida… Pero la realidad es que en los hogares, los azotes siguen siendo una corrección física para el comportamiento bastante habitual.
Lo peor es que aún son muchas las familias que consideran que estas agresiones físicas son normales y que “no pasa nada” por darles un azote a sus hijos de vez en cuando. Pero la realidad es que sí que pasa. Quizá crees que los azotes no educan, pero la realidad es que sí que lo hacen, pero no de la forma que te imaginas. Todo el comportamiento que tenemos hacia nuestros hijos deja una huella emocional de una u otra forma… igual que un beso y un abrazo les deja una huella emocional, un azote, también.
Lo que aprenden tus hijos con los azotes
Habitualmente, los padres utilizan los azotes para corregir malos comportamientos y creen que así, azotando a sus hijo en el culo, la próxima vez harán caso antes para evitar esos castigos físicos. Incluso, a veces se azota a los niños como consecuencia de que ellos han pegado a sus hermanos o a otros niños…
Aunque párate un segundo, ¿pegar por haber pegado? ¿Qué crees que está aprendiendo el niño? Exacto, que pegar está justificado cuando nos enfadamos. En lugar de aceptar la emoción y buscar una solución adecuada vamos por el camino fácil y negativo: la agresión.
Pero, ¿qué más cosas aprende? No pierdas detalle, porque si sueles azotar a tus hijos para que se comporten mejor, estarán aprendiendo todo lo que te vamos a explicar a continuación.
A mentir
Si no quieren ser azotados en lugar de comportarse mejor lo que aprenderán será a mentir para evitar ese castigo físico. Es un mecanismo inconsciente de defensa que el niño adopta para evitar que le peguen… por lo que es mejor ocultar lo que ocurre a que mamá o papá se enfade y me de azotes.
Si reflexionas un poco, te entristecerá darte cuenta que tu hijo opte por la mentira para comunicarse contigo porque crea que no hay mejor alternativa. Pero si lo que quieres es que obedezca sin más, entonces tu hijo te mentirá porque no le estás respetando, ni aceptando sus emociones ni tampoco le estás enseñando a buscar soluciones que le hagan sentir mejor.
A ser agresivos
Si gritas a tus hijos, ellos aprenderán a comunicarse a gritos. Si les pegas… ellos aprenderán a que pegar es normal. Como te hemos dicho más arriba, sentirán que pegar es una buena opción cuando se sienten enfadados. Nadie les ha enseñado a entender sus emociones más intensas y entonces utilizan la agresión como vía de escape, ¡es lo que han aprendido en casa!
A sentirse inseguros
Un niño que recibe azotes en casa aprende a que su hogar no es un refugio, ni un entorno seguro. Un niño que no se siente seguro en su casa crecerá siendo una persona insegura y agresiva (como mecanismo de defensa ante el mundo que siente como hostil). Cualquier tipo de agresión hará que el niño dedique sus energías a evitar agresiones y no se centre en jugar o en hacer otras actividades para su buen desarrollo, como es mantener un buen vínculo con sus progenitores.
A que papá y mamá pierden el control
Hay padres que piensan que cuando dan azotes a sus hijos están tomando el control de la situación, pero la realidad es totalmente diferente. Cuando un padre o una madre azota a sus hijos es porque ha perdido el control de la situación y no sabe cómo gestionar el conflicto desde la disciplina positiva.
Esto acrecienta aún más la percepción del niño de que su hogar no es seguro y sí es incontrolable. Los niños sienten cómo sus padres no tienen control y esto les genera una gran inseguridad.
A castigar los errores
Todos deberíamos saber que de los errores se aprende, pero cuando se azota a los niños, éstos aprenden a que las equivocaciones están mal y que por lo tanto, hay que castigar a los que no siguen las normas. La realidad es que no existen niños que se porten mal, simplemente siguen sus instintos o lo que sienten que es mejor en ese momento. En ocasiones no saben aún diferenciar las normas y se equivocan, y los padres debemos estar a su lado desde el cariño para guiarles por el camino correcto.
Es necesario hacerles reflexionar sobre por qué una decisión o acción no es la correcta y así con este entendimiento podrán tomar mejores decisiones en el futuro. En cambio, si se les pega porque cometen errores o porque “se portan mal” no se les enseña a mejorar, sólo comenzarán a sentir un gran rencor hacia sus padres, ellos mismos y el mundo que les rodea.
Un azote nunca es una buena opción
Como has podido comprobar, los azotes enseñan muchas cosas… pero ninguna de ellas es buena. No aprenderán lo que tú quieres que realmente interioricen, por lo que si aún utilizas los azotes en tu hogar como medio “educativo” ya va siendo hora de erradicarlos para siempre.
Un azote nunca es una acción inofensiva y siempre dejará una huella emocional en tus hijos difícil de borrar. Siempre estarás a tiempo de aprender mejores estrategias a través de la disciplina positiva para la crianza y educación de tus hijos. De esta manera, tus pequeños crecerán siendo personas equilibradas y responsables, con una buena autoestima y con una buena relación contigo, con ellos mismos y con el mundo que les rodea.
Si piensas que por un azote puntual no pasa nada, recuerda que SÍ que pasa. Un azote nunca es una buena acción educativa. Ningún tipo de agresión enseñará a tus hijos a comportarse mejor… solo les hará daño en su tierno y sensible corazón.
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