7 frases para calmar a un niño con ansiedad
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La mayoría de los niños experimenta ansiedad alguna vez a lo largo de su infancia. Más allá de la ansiedad generalizada, que es un trastorno psicológico, en realidad la ansiedad puede formar parte del desarrollo infantil. Algunos pequeños sienten ansiedad ante los cambios, por lo que es habitual que se sientan intranquilos al empezar al colegio o visitar un campamento. Otros son más susceptibles y experimentan ansiedad en situaciones de vida más cotidianas como puede ser irse a la cama o reunirse con toda la familia.
Vale aclarar que experimentar cierto nivel de ansiedad en momentos puntuales durante la infancia es normal. Sin embargo, si no queremos criar a niños miedosos y aprensivos es importante ponerle coto a la ansiedad para que no cobre fuerzas. Es importante no negar ni restar importancia a la ansiedad, la mejor estrategia para lidiar con este estado consiste en validar su existencia, explicarles a los pequeños que se trata de una reacción normal y enseñarles a gestionar esas sensaciones.
Nunca es demasiado temprano para enseñar a los niños a lidiar con las emociones desagradables de manera saludable. De hecho, existen diferentes técnicas y juegos de respiración para ayudar a los niños a controlar la ansiedad infantil, pero si buscas una manera rápida de transmitir seguridad y serenidad a los niños, las palabras pueden convertirse en tu mejor aliado.
Siete frases para tranquilizar a un niño ansioso
Las palabras tienen un enorme poder sobre la mente de los niños. Hay palabras que pueden hacer sentir mal, pero también hay palabras que reconfortan y animan a seguir adelante. Por supuesto, también existen palabras capaces de calmar y atenuar el miedo mientras ofrecen la fuerza necesaria para enfrentarse a situaciones difíciles. Estas son algunas frases cortas pero con una gran carga emocional que pueden ayudar a calmar a un niño ansioso en cuestión de minutos.
1. “Estoy contigo, estás a salvo”
La ansiedad suele ir de la mano de la inseguridad. Cuando un niño está ansioso, en su cerebro se activa inmediatamente una señal de alarma que le hace sentir inseguro y dispara el miedo. Por eso, cuando notes los primeros signos de ansiedad en tu hijo, abrázale y hazle saber que está seguro a tu lado. Si es necesario, quédate junto a él durante un rato hasta que se haya calmado completamente. De esta manera sabrá que está a salvo, por lo que su cerebro se tranquilizará y la ansiedad empezará a remitir.
2. “Yo también he pasado por eso”
Pensar que somos los únicos que nos sentimos inseguros, agobiados o temerosos es una de las peores trampas a las que nos conduce la ansiedad. En estos casos, saber que otras personas han experimentado lo mismo y lo han superado puede ser una gran herramienta para combatir los síntomas ansiosos. Por eso, no tengas reparos en contarle a tu hijo aquella vez en la que tú también sentiste miedo y ansiedad. Cuéntale cómo te sentiste y qué hiciste para enfrentarte a esa experiencia. Así sabrá que no está solo y que, si otros han podido salir de esa situación, él también podrá lograrlo.
3. “¿Qué es lo peor que puede pasar?”
Básicamente, la ansiedad es un estado de expectación negativa en la que intuimos que pasará algo malo, aunque no podamos decir con precisión qué es o cuándo ocurrirá. Por eso, una excelente estrategia para ayudar a los niños a identificar sus peores miedos consiste en animarles a imaginar el peor escenario posible. De esta manera, les ayudarás a poner la situación en perspectiva y a elaborar un plan para lo que pueda ocurrir, lo que les aliviará considerablemente la ansiedad.
4. “¿Recuerdas cuando…?
La ansiedad suele nublar nuestra racionalidad y borra nuestra memoria temporalmente, de manera que solo podemos pensar en lo mal que lo estamos pasando en ese momento. Sin embargo, es probable que en el pasado hayamos atravesado peores momentos y los hayamos superado. Una buena estrategia para recordarle esto a los niños consiste en pedirles que piensen en aquella vez que fue al dentista y superó su miedo o lo bien que lidió con el primer día de campamento, a pesar de su nerviosismo. Sin duda, una forma muy sencilla de devolverles el control y la seguridad en sí mismo.
5. “Sé que es difícil, pero estoy seguro de que lo superarás”
Restar importancia a la ansiedad no hará que desaparezca, de hecho, puede ser contraproducente e intensificar los síntomas. Al contrario, cuando validas la ansiedad de los niños no solo estás reconociendo sino también respetando sus emociones e individualidad. Una excelente manera de hacerle saber que entiendes a tu hijo radica en ponerte en su lugar y decirle que eres consciente de que no está atravesando por un buen momento. Para animarle y ayudarle a salir de ese círculo vicioso, refuerza su autoestima diciéndole que estás convencido de que saldrá exitoso de esa situación.
6. “Si tuvieras que pintar de un color lo que estás sintiendo, ¿qué color elegirías?”
Ayudar a los niños a reconocer sus emociones es el primer paso para que, más tarde, puedan aprender a gestionarlas. Una forma muy sencilla de ayudarles a centrar su atención en lo que están viviendo consiste en pedirles que pongan color a lo que están sintiendo. Negro, azul, rojo… deja que elija el color que considere más adecuado y pregúntale por qué lo ha elegido. De esta manera, no solo serán más conscientes de lo que están viviendo sino que serán capaces de hablar con más libertad sobre su experiencia.
7. “Vamos a contar hasta…”
Mientras más conscientes somos de la ansiedad y más nos centramos en el nerviosismo y la angustia, más se intensifican los síntomas. Por eso, una buena frase para calmar a los niños ansiosos consiste en desviar su atención de las emociones que están experimentando. En estos casos, puedes pedir a tu hijo contar juntos el número de árboles si estáis de viaje por carretera, las personas que veis pasar si estáis en el médico o los otros niños con mochilas azules que llegan al colegio. La idea es desviar su atención para mantenerlo distraído.
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