Familia

Nunca serás amada con esa intensidad

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Amor intensidad hijos
Mª José Roldán

Mª José RoldánMaestra y Psicopedagoga

¿Cuántas veces has pensado que deseas que tus hijos crezcan y sean mayores para no estar tan cansada todo el tiempo o por lo menos, para tener más tiempo para ti? Es cierto que ser madre y además tener tantas responsabilidades en la vida diariamente es agotador… aunque te queremos decir una cosa: disfruta. Disfruta del momento presente porque es el único que importa y te podemos asegurar una cosa: se termina.

Se termina… todo se termina

Llega un momento en la maternidad donde te das cuenta que esas llamadas nocturnas se terminan, compartir todo lo que le ocurre a cada instante, se acaba… el contacto físico se termina, ¡y también se acaba que te llamen para cualquier descubrimiento que hagan en el mundo!

Todo eso se termina, como también acaba taparles todas las noches antes de ir a dormir, cantarles abrazados en la cama, besos con mocos en la cara, los abrazos mojados después del baño… y es que no, nunca más serás amada con esa intensidad, ni de esa manera.

Se terminan los saltos en la cama o las carreras en los pasillos de casa, las tardes frías o calurosas en el parque, o secar el pelo húmedo con el secador mientras cantas una canción para que el ruido del aparato no le moleste demasiado.

Los madrugones para ir al colegio o las prisas para tener todo listo y que no lleguen tarde, también se terminan. Las noches largas, los abrazos entre su llanto porque ha tenido una pesadilla, el contar un cuento o las risas antes de dormir… también terminan.

Un amor intenso que parece que acaba

El amor que los hijos tienen hacia sus padres es tan intenso que a veces puedes sentir que te asfixia. Pero debes recordar que esa intensidad en el amor que te muestran; se acaba. Llegará un momento en tu vida en que de repente ya no tendrás esa intensidad, ya no te necesitarán tanto… y no te habrás dado cuenta, porque realmente pasa muy rápido.

Padres echan de menos a sus hijos

Cuando los niños son pequeños adoran a sus padres, sin importar los defectos que puedan tener. Pero eso se acaba. Crecen y también crece dentro de ellos la necesidad de vivir nuevas experiencias lejos del núcleo familiar. Crece la necesidad de afianzar su identidad, de conocer nuevas historias y de que sus alas comiencen a volar.

Es saludable porque es ley de vida. Si, es cierto que como madres es importante enseñarles a volar… pero cuando lo hacen el sentimiento es contradictorio, nos deja un amargo sabor de boca. Sabemos que hemos hecho bien, pero todo lo que nos cansaba pero al mismo tiempo llenaba nuestro corazón: acaba.

Echando de menos cuando se acaba

Cuando ocurre se siente una sensación de vacío inmensa que se combina con un sentimiento de misión cumplida. En el momento en que todo lo que nos cansaba se acaba, de repente lo echamos de menos. Echamos de menos aplaudir cada logro, esos abrazos por la noche, esas manitas que cogen las piernas para sentir seguridad.

Nos sentimos orgullosas de haber logrado que nuestros pequeños tengan autonomía, pero sin querer, tenemos el sabor amargo de la nostalgia. Se echa de menos el pasado porque los niños no son niños para siempre, y es en el momento de la añoranza cuando te das cuenta.

Así que si ahora tienes ese amor tan intenso, tan cerca… a tu lado llamándote mamá, ¡disfrútalo! Disfruta estas etapas tan bonitas por muy cansados que sean los días. Disfruta del presente, incluso cuando estés con mucho estrés porque te aseguramos una cosa: todo esto pasará y nunca más serás amada con tal intensidad.

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